QUINTO VIAJE: BRASIL.
En esta primera entrega, cuento de forma breve cómo estoy viviendo este quinto viaje en moto por Sudamérica.
Mi objetivo principal para este año 2009, era recorrer Brasil. Así pues, tras el largo vuelo Madrid-Buenos Aires, llegué por quinto año consecutivo a la capital de Argentina ansioso de iniciar este nuevo reto. Allí, una vez más, me esperaba “Margarita”, una Honda Transalp 700 preparada minuciosamente para hacer, nuevamente, un viaje de gran envergadura. Sin tiempo que perder, embarqué con la moto rumbo Uruguay. Una vez en Montevideo, seguí la carretera bordeando la costa hasta llegar a Chui, ya frontera con Brasil.
En ese punto geográfico comenzó la ruta que tanto tiempo me costó trazar. Brasil es un país inmenso. Creo recordar que tiene 26 estados y una superficie total de 8 millones y medio de Km. cuadrados (por comparar, España tiene 504 mil). Mientras preparaba minuciosamente la ruta en casa, calculaba las enormes distancias que debía recorrer si quería cumplir mis objetivos… pero eso era en casa. Por delante tenía un viaje de gran magnitud por cumplir en 40 días y ya estaba rodando por el primer Estado: Río Grande do Sul. Acompañado durante días por fuertes lluvias, allí visité, entre otros, los pueblos de Gramado y Canela y tras cruzar la Sierra Gaucha llegué al P. N. Aparaos da Serra, con unos impresionantes cañones. Una auténtica delicia. Santa Catarina fue el segundo Estado en cruzar, encontrando pueblos de gran belleza, cómo Urubici, Blumenau y Joinville, con construcciones y paisajes típicos de zonas centroeuropeas, dándome la sensación de estar rodando por Suiza o Alemania.
Siguiente Estado: Paraná. Desde su capital, Curitiba, llegué a Punta Grossa para tomar la BR-153 y subir prácticamente en línea recta hasta Sao Luis, en la costa Norte del país, para visitar el paradisíaco P. N. Lencóis. Fueron varios días los que empleé en cruzar los Estados de Sao Paulo, Minas Gerais, y Goias, con mucho tráfico de camiones y torrencial lluvia. Antes de pasar al Estado de Tocatins y encontrándome ya justo en el centro geográfico de Brasil, decidí cambiar los planes previstos tras consultar con varios camioneros, los cuales me comunicaban que para llegar a mi destino, aun me quedaban unos 8 días, más otros 5 o 6 de Sao Luis a Belém. Así pues, con ese panorama por delante, decidí y creo que con acierto, cambiar la ruta en dirección Noroeste, rumbo al Mato Grosso Norte, un Estado cuya superficie duplica la de España. Esto confirma que un itinerario programado, especialmente si se viaja en moto, a veces es difícil de seguir. Lo cierto es que en esta alejada zona de Brasil, estoy viviendo sensaciones difíciles de explicar. El viaje está resultando muy distinto a lo vivido en Argentina, Chile, Bolivia o Perú. A veces, el paisaje que me rodea me hace pensar que estoy en África.
El Mato Grosso es una inmensa llanura cubierta por numerosos ríos y arroyos. La alta humedad, la espesa e impresionante vegetación y los 41º de temperatura que hay en este momento, unido a la multitud de aves exóticas y fauna desconocida para mí, están haciendo que disfrute sobre la moto cada kilómetro que recorro. La moto se está portando de maravilla, sin problemas, ni un solo pinchazo… Hace unos días hice la Transpantaneira completa, haciendo noche en Puerto Jofre, lugar dónde termina tan peculiar recorrido, ya que literalmente, la carretera se corta en ese no menos peculiar Hotel. Para llegar a ese punto, hay que hacer el recorrido por un solitario camino de tierra cuya longitud total , creo recordar es de 258 Km. y en ese trayecto hay 136 puentes de madera. Cómo su nombre indica, ese tramo cruza El Pantanal Norte, lógicamente el terreno es pantanoso, lo cual era lógico que por el camino se cruzaran literalmente de un lado a otro varios cocodrilos, así cómo otros animales de difícil nombre. Fue una experiencia inolvidable. Cómo también lo es bucear en un río de aguas cristalinas rodeado por una multitud de peces exóticos… y a 5 metros pasar un gran jacaré, y aunque estaba advertido de que no atacan a los humanos, aseguro amigos que se te eriza la piel… Tras pasar por Cuiabá, Poconé, Rondópolis, Nobres etc. etc. y comprobar por mí mismo que es prácticamente imposible llegar hasta Manaos en moto, por cuanto los casi 3.500 km. que me separan de esa ciudad, transcurren por una solitaria “carretera” entre terreno pantanoso y adentrarme en esa aventura con estas lluvias torrenciales, arriesgándome a agotar los bidones de gasolina adicionales, dormir en tienda de campaña en medio de la nada, etc. etc. sería buscar problemas. Por tanto, aquí sigo disfrutando las maravillas del Mato Grosso, con la idea de bajar al Mato Grosso do Sul y visitar Campo Grande, Corumbá, Bonito… Lugares que contrastan fuertemente con la parte del litoral que he podido conocer. Pese a la gran diferencia social que estoy encontrando, veo con agrado que tanto en ciudades cómo en aldeas todo está impoluto, hay una limpieza impecable por todas partes. Encuentro a gente muy trabajadora y con mucho respeto con su entorno, muy sensibilizados con el medio ambiente. Respecto al tráfico, mi experiencia hasta ahora es muy buena. Se conduce con precaución y respetando al resto de vehículos. Estoy viendo muchas motos de cilindrada pequeña en pueblos y ciudades y todos van con sus cascos y con una conducción tranquila y respetuosa. En definitiva, si todo sigue cómo hasta ahora, creo que será otro viaje repleto de gratas experiencias, difíciles de olvidar. Desde Brasil, saludos para todos. Javier Pérez. Octubre 2009. BROCHE FINAL CON SABOR AGRIDULCE. Mi último contacto fue desde Cuiabá, la capital del imponente e interminable Mato Grosso. Pues bien, con la decisión tomada de no continuar hasta Manaos, puse rumbo Sur hacia el también enorme Estado de Mato Grosso do Sul. Así pues, tras visitar el Parque Nacional Chapada dos Guimaraes, fui bajando por la BR-364, encontrando a mi paso lugares increíbles. Avanzando más al Sur, la Selva va dejando paso a la Jungla. El clima y el paisaje sumamente extremo de días pasados, se va “suavizando”, si, entre comillas… por cuanto que aún me encuentro en el centro del Mato Grosso y os puedo asegurar que cuándo aquí llueve… LLUEVE de forma torrencial !!! Recordad que viajo solo y en moto. Por muy bien equipado que vaya, estando en la selva y rodando por estos estrechos caminos, una avería, un simple pinchazo… sería un gran trastorno y más lloviendo… Ni os cuento lo que significaría pasar la noche en tienda de campaña. Os podéis hacer una idea, si os digo que en alguna ocasión se ha hecho de noche aún en la moto e impresiona muy mucho ver los ojos de multitud de animales brillar en la oscuridad moviéndose entre la espesa vegetación, sin olvidar el sonido que produce tanta fauna desconocida!!! Tras cruzar las grandes distancias que separan ciudades cómo Jaciara, Rondonópolis, Sonora y Coxim, llegué a Campo Grande, la capital de Mato Grosso do Sul. Kilómetros y kilómetros bordeando inmensas y cuidadas plantaciones de soja, no en vano Brasil, según me cuentan algunos agricultores, es el mayor productor a nivel mundial de esta legumbre. De Campo Grande, por la BR-262, a Corumbá, pequeña ciudad al mismo borde del río Paraguay y con un gran trasiego comercial por ser paso fronterizo con Puerto Suárez, Bolivia. Allí pasé unos días conociendo la ciudad, navegando por el río y visitando los alrededores, quedando impresionado por la cantidad de cocodrilos que a veces se ven desde la misma carretera. Tras pasar por Miranda, llegué a Bonito. Un pequeño pueblo, que haciendo honor a su nombre, aglutina en sus alrededores lugares de lo más “bonito” y fascinantes. En mi opinión, visita imperdible y más que recomendable en un viaje a Brasil. No en vano, allí pasé cinco inolvidables días instalando mi “cuartel general” en la Pousada Yacaré. Navegación por numerosos ríos, buceo en aguas cristalinas con multitud de peces tropicales… y algún que otro yacaré, lagos repletos de pájaros exóticos, cuyo colorido desborda la vista… y los oidos!!! En definitiva, un paraíso para los amantes de aventuras extremas, cuya culminación es sin duda, la excitante visita al Abismo de Anhumbas.
IMPRESIONANTE. Abandono Bonito con dirección a Toledo. Habiendo nacido en Toledo (España), tenía el capricho de dormir en esa ciudad de Brasil, obteniendo por tal decisión una suculenta cena por parte del amable personal del Hotel Nayru, quienes sentían gran curiosidad por saber cómo es “mi” Toledo.
Siguiente destino: Caixas do Sul, visitado ya al entrar al país. Me gustó tanto el lugar que me apetecía recorrerlo con más tranquilidad. La espectacularidad de los cañones que allí se encuentran, justifica mi regreso. En esta ocasión, tuve más suerte, y pude gozar de aquellos increíbles paisajes acompañado por un sol radiante. Próximo destino: Santo Angelo.
Allí me esperaba mi hospitalario amigo Gilson. Un curtido motero que me acompañó a visitar Sao Miguel das Missoes, lugar dónde se rodó gran parte de la película La Misión.
Finalizado este tramo, enfilo mi salida del país por Foz do Iguazú visitando, una vez más, las famosas Cataratas, que a consecuencia de las últimas lluvias, están pletóricas. Ya en Argentina, por la RA-12 y tras cruzar Posadas y visitar Esteros del Iberá llegué a Corrientes. Un día de descanso para continuar a Santa Fe, Rosario y llegar a Leandro N. Alem, dónde me esperaba mi amigo Oscar, de Ushuaia. Dos días estuve con esta maravillosa familia contando mil anécdotas entre asado y asado.
El tramo final de este gran viaje lo hago por la RA-7 hasta Buenos Aires, dónde llego el 7 de Noviembre, unos días antes de lo previsto. Cómo en años anteriores, la emoción y alegría recorrió mi cuerpo al entrar con mi moto por la Avenida 9 de Julio, dónde además este año, me aguardaba una grata e inesperada sorpresa… Mi amigo Vicente “Mariscal” Romero me esperaba a la misma sombra del Obelisco, lugar dónde se produjo el emotivo encuentro. Tras un fuerte abrazo y unos minutos de charla, quedamos emplazados para la tarde, que cómo podéis imaginar transcurrió de lo más divertida, terminando la noche en una cena para no olvidar…. Mientras, yo hacía entrega de “Margarita”. En el cuentakilómetros se leía: 16.350 Km.
De nuevo, la Honda Transalp ha ido fenomenal, ni un solo problema.
Este año he circulado mucho menos por ripio, y a consecuencia de ello, apenas he tenido que hacer revisiones a la moto. Por ese motivo, he llegado unos días antes de lo previsto. El viaje ha resultado ser muy distinto a lo esperado. Nada que ver con los anteriores de Argentina, Chile, Bolivia o Perú, todos ellos atractivos por la gran diversidad paisajística.
Quizá la palabra adecuada para describir este viaje sea: “monotonía”, ya que rodar en moto, día tras día con prácticamente el mismo paisaje, aun siendo bellísimo, llega a ser algo cansado. Las extensas llanuras del terreno Brasileño, me han hecho añorar las muchas emociones que se viven al subir y bajar las altas cumbres de otros países. Sin embargo, el viaje ha merecido la pena y tengo que calificar a Brasil cómo un hermoso país con innumerables e imperdibles atractivos dignos de ser visitados.
Tras el largo y frío vuelo de regreso a Madrid, llegué a casa radiante… pero esa felicidad se apagó a las pocas horas. Una fortísima y extraña fiebre me llevó a estar ingresado en el Hospital por varios días. La picadura de un insecto tropical ha sido la culpable de escribir esta crónica con retraso. Con la mente puesta ya en el próximo viaje, mando un fuerte abrazo para todos.
saludos.