2005 Argentina


2005introLa pasión que siempre he sentido por viajar en moto me ha llevado a realizar recorridos verdaderamente fascinantes, aunque en mi mente tenía un proyecto que suponía un reto muy superior a cualquier otro: recorrer a fondo Argentina en moto.
Al decidir llevar a cabo este sueño, empiezo a recabar datos y mirar mapas de ese país que tanto me atraía; al final, después de meses de estudiar minuciosamente muchos detalles, trazo un recorrido acorde con el tiempo que fijé para realizar el viaje (35 días).
Para evitar problemas, decido, en vez de llevar mi propia moto de trail, alquilar una en Buenos Aires, donde contacto con una persona maravillosa que me prepara la moto que le pido con todos los accesorios y utillajes que considero necesarios para un viaje de tal envergadura.

 

 

Por fin llega la fecha de salida: 26 de octubre de 2005, y desde Sonseca, tras un largo vuelo, llego a la capital, Buenos Aires… mi sueño empieza a ser realidad… me entregan la moto… ¡perfecta!; mi viaje tiene un buen comienzo… me indican la salida de la capital: Ruta 7 oeste… y deseoso de aventura dejo atrás la ciudad.
Primera parada: Junín, me propongo llegar a Mendoza y una vez allí, ir bajando, bordeando los Andes, hasta Ushuaia, para después ir subiendo por la costa atlántica y regresar al punto de partida…¡¡nada, un paseo cortito!!
De Mendoza a San Rafael, Malargüe, Chos Malal, Neuquén, Zapata y el primer paso a Chile, que volveré a cruzar en otras 11 ocasiones. Mi primer descanso lo hago en un precioso pueblecito, San Martín de los Andes, allí repaso la ruta, hago una pequeña revisión a la moto y recupero fuerzas. Continúo a San Carlos de Bariloche, Esquel, José de San Martín, Alto Río Senguer, Puerto Aissen (Chile) y Río Mayo, donde vuelvo a tomar un descanso, porque según parece, a partir de ahora viene el peor tramo de mi ruta: zonas casi despobladas, enormes distancias entre pequeñas aldeas, pocas gasolineras, bajas temperaturas, viento lateral, mucha lluvia y carreteras de ripio, mucho ripio (piedra molida). Pongo rumbo a Sarmiento, para volver a la Ruta 40, en dirección al pueblo de Perito Moreno, y continúo hacia Tucu Tucu, Tres Lagos, el imponente Fitz Roy y, por fin, El Calafate, al que llego el 10 de noviembre (voy bien de tiempo). Efectivamente, estas jornadas resultaron ser las más duras: no llovía, ¡diluviaba!, ¿viento lateral? sí, de 80 km/h, aderezado con temperaturas de hasta 15ºC bajo cero, y el ripio siempre presente. ¿Gasolina? los tanques adicionales que llevaba me salvaron en más de una ocasión. En suma, una dura prueba física y psíquica, pero que logro superar porque el espíritu aventurero siempre es más fuerte.
Me tomo un merecido descanso en El Calafate, antes de encaminarme en dirección a Río Grande y Ushuaia; allí, en el fin del mundo, paso unos días porque tengo que cambiar toda la transmisión de la moto; lo arreglo a medias, ya que para ahorrar tiempo me preparan todo lo necesario para cambiarlo cuando llegue aTrelew.

Empieza la subida. Bordeando la costa atravieso zonas de mucho viento, donde mantener la moto derecha a veces es difícil, pero al menos ya “piso” asfalto. El 27 de noviembre llego a Buenos Aires, cumpliendo felizmente las previsiones. Es hora de dejar la moto. Los 15.000 Km. con ella son difíciles de olvidar. Atrás dejo muchas vivencias y sensaciones que no olvidaré jamás; he conocido a gente maravillosa; he vivido momentos duros, de mucha soledad; he podido disfrutar de paisajes alucinantes…

En realidad, lo que he sentido y vivido en este viaje no puede ser descrito con palabras. La gente me pregunta ¿qué es lo mas fascinante del viaje?, todos piensan en el glaciar Perito Moreno. Tal vez, pero os aseguro que no es más fascinante que palpar la soledad absoluta en mitad de la nada: parar la moto en los Andes, con tres metros de nieve, a 3.700 metros de altitud, y contemplar los parajes que me rodean sin más sonido que el crujir del hielo… o las enriquecedoras conversaciones mantenidas con algún ermitaño que encontré en lugares inhóspitos…Os aseguro que esto no es menos fascinante.
Ya en el avión, de regreso a casa, repaso las experiencias vividas, todas positivas y enriquecedoras. Repaso, en definitiva, los capítulos de mi sueño hecho realidad.
Nota: si estás pensando hacer un viaje así, te aconsejo que lo prepares con tiempo, lleves un buen equipo, una buena preparación física y, por supuesto, no olvides llevar la música de los Rolling Stones, ¡te darán marcha cuando lo necesites!. Eso sí, nunca olvides que…”¡la aventura es la aventura!”. Saludos.
Javier Pérez

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